Sobre las siete de la tarde, continuamos trabajando: hay que colocar las mesas y las sillas, vestirlas y, cuando llegue la hora, ir sirviendo algo de picar y bebida a los vecinos que quieran cenar y pasar un rato en compañía. Mientras tanto, sobre las ocho, el grupo de dolçainers i tabaleters l'Aljub hace un pasacalles para que todos se enteren de lo que nos traemos entre manos.
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Aunque el sitio no es muy grande, sorprende ver la cantidad de gente que asiste. Seguramente ayuda el buen ambiente que hay y la agradable temperatura de una noche de verano en este pueblo de montaña.
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Un rato antes de acabar la cena, miembros de la Junta de Fiestas venden papeletas de la rifa entre los asistentes. Unos elegantes y variados lotes de vajillas esperan dueño.
Alguno de los que han tenido suerte |
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